LA DEVOCIÓN AL CRISTO PREDICADOR EN CANARIAS Y SU ANTIGUO PASO EN LA LAGUNA
La imagen de Jesús que, a lomos de la «burrita»,
procesiona cada mañana del Domingo de Ramos en el paso de la Entrada en
Jerusalén era antiguamente el protagonista de un paso perdido, el de la
Conversión de la Magdalena. Se trata de un pasaje previo a la Pasión muy
apropiado para ilustrar a los fieles sobre la penitencia propia del tiempo de
Cuaresma, de la preparación espiritual para la plena vivencia de la Semana
Santa. Los cuatro evangelistas recogen, aunque con variantes, el episodio en el
que una mujer pecadora —sólo Juan la identifica con la hermana de Lázaro— unge
arrepentida a Jesús con perfume; el Señor entonces le perdona sus pecados: la
purifica[1]. En la
imaginería procesional isleña la escena queda representada por la figura
sedente de Jesús en actitud de bendecir —o de absolver—, y a sus pies la
Magdalena de rodillas.
Los datos concretos referidos a varias poblaciones
de las Islas confirman que esta iconografía fue introducida en los desfiles
procesionales canarios en el tercer cuarto del siglo XVII. El primer caso
documentado es el de Icod de los Vinos, anterior a 1658, cuando María Magdalena
de Évora y su hijo, el licenciado Gonzalo Báez Borges, entronizaron en su
capilla del convento franciscano las imágenes de «Christo Redentor nuestro
sentado en silla y la de la gloriosa Santa María Magdalena». Junto a ellas,
salían cada Lunes Santo a la calle «las imáxenes de los doce apóstoles, todas
de talla al natural»[2], que
compondrían una procesión muy vistosa calificada años después por el presbítero
Francisco Pérez de Amaral como la más famosa de las Islas[3]. A esto
contribuía sin duda la calidad de la efigie del Señor, que Juan Gómez
Luis-Ravelo ha propuesto atribuir al imaginero flamenco establecido en Sevilla
José de Arce[4].
Pensamos que el éxito
de la procesión icodense y de su paso principal puede explicar la difusión de
esta iconografía en Canarias. Las fechas en las que sabemos fueron instituidas
algunas de estas nuevas procesiones así parecen señalarlo: hacia 1662 en
Garachico[5],
1665 en el Realejo de Abajo[6],
1667 en La Orotava[7],
1668 en Las Palmas[8],
1672 en La Laguna[9]
y sobre 1682 en Santa Cruz de Tenerife1[10].
Queda pendiente valorar si este paso procesional resulta una innovación isleña,
pues en el ámbito hispalense —que en otros aspectos fue modelo— no existió1[11].
Por otra parte, si en efecto la imagen de Icod fue realizada en Sevilla, sus
patrocinadores debieron trasladar al autor indicaciones precisas sobre la
escenificación del paso; a este respecto se presenta particularmente atractiva
la personalidad del sacerdote Gonzalo Báez Borges.
Las religiosas
dominicas del Monasterio de Santa Catalina de Siena poseen un lienzo que
responde a esta iconografía y que, probablemente, se inspira en las imágenes
que recibían culto en la Iglesia de los Remedios. El Señor, con capa y túnica
moradas, bendice con su mano derecha. Está sentado en una silla tapizada en
rojo, el mismo color del cojín sobre el que descansan sus pies, y elevado sobre
un altar en cuya mesa hay dispuestas flores cortadas. En la zona inferior
figura la Magdalena de tres cuartos, con la cabeza inclinada y la mano
izquierda sobre el pecho, en un gesto que transmite sumisión y arrepentimiento.
Aunque no se aprecia bien por el deterioro de la pintura, seca con sus cabellos
el perfume con el que había ungido los pies de Jesús (Lc 7, 38). Las propias
características del óleo, que juzgamos obra anónima local de en torno a 1700,
avalarían que estamos ante un retrato —con ciertas licencias— del primitivo
paso de la Conversión de la Magdalena.
No son muchos los datos que hemos reunido sobre
otros aspectos de esta procesión. En 1724 el hermano mayor, Luis de Quesada
Molina, expuso en una junta «la falta de aseo y prevención para el culto del
paso de la procesión del Domingo de Ramos por la tarde», tomando a su cargo «este
cuidado». Al concluir su mandato en 1726 ofreció cien pesos para «el vestido
del Señor Predicador (...) para túnica y manto». Dos años después se agradeció
al hermano mayor saliente, Nicolás Saviñón, haber hecho a su costa «así de
madera como de pintura» las andas del paso[13].
Aunque ignoramos los detalles de su itinerario,
sabemos que la procesión transitaba por calles de las dos feligresías o
jurisdicciones parroquiales de La Laguna. En 1752 la vieja rivalidad entre
ambas —Arriba y Abajo, la Concepción y los Remedios— tuvo una nueva
manifestación. Según anotó el regidor Anchieta y Alarcón, «no salió la
procesión del Cristo Predicador de los Remedios porque hubo algo de pleito, que
los de los Remedios querían sacar la procesión y que no subiera a la
jurisdicción de Arriba como es costumbre; los de Arriba decían que había de
venir, y con eso no salió»[14].
Noticias posteriores parecen confirmar que en 1757 se modificó el recorrido,
que quedó limitado a la collación de los Remedios; y aunque los feligreses de
Arriba trataron de conseguir por vía judicial «que la procesión de la
Conversión de la Magdalena haya de pasar a la parroquial de Nuestra Señora de
la Concepción», sucesivos autos dieron la razón a la Confraternidad del Carmen[15].
Durante años las imágenes recibieron culto en una
de las capillas de la nave del evangelio de la Iglesia de los Remedios, la
fundada por el escribano Agustín de Mesa. La partida de entierro de Juan Jaques
de Mesa en 1745 se refiere a ella como «capilla del Señor Predicador»[16].
Pero poco después serían trasladadas a la capilla colateral de la epístola, en
la que se estableció la hermandad durante la mayordomía del acaudalado
comerciante Andrés José Jayme. En unas cuentas correspondientes al período 1745
1755 se anota el gasto de 2.681 reales «importe de madera, oficiales, clavos y
demás de la composición del retablo viejo donde está el Señor Predicador y la
Magdalena»[17].
Gracias, de nuevo, a los apuntes de Anchieta y Alarcón podemos concretar algo
más esta noticia: el «jueves 17 de agosto de 1747 quitaron el retablo de la
capilla del Señor Predicador, a la entrada de la puerta del lado de la torre, a
mano izquierda, para ponerlo nuevo. Era pequeño y labrado, como que había sido
chiquito, y entráronle un cuerpo y pusieron arriba lo que estaba, que estaba
dorado»[18].
Por un inventario formado en julio de 1781
conocemos en parte el ajuar de las imágenes, identificadas como «la hechura de
Cristo Predicador con la de la Magdalena a los pies». Entre otras piezas,
incluye dos juegos de túnica y capa para el Señor, uno de salida compuesto por
túnica «de tela de plata en fondo encarnado» y capa «de lampaso morado», y otro
para el nicho: «una túnica morada con ramitos de oro muy usada y una capa de
tela encarnada mui bieja». También una camisa «fina», un cíngulo «de cinta de
plata ya usado» y «un coginsito para los pies del Señor en el nicho». En cuanto
a la Magdalena, quedan reseñados una túnica «de lampaso blanco, vn laso de
cinta blanca con flores de oro», otra túnica para el nicho «de raso fondo pardo
y ramos blancos», «vnos manguitos de la misma tela que la túnica», «una toalla
de lienzo ordinario vieja» y dos pelucas[19].
Entre 1788 y 1791 la cofradía costeó a medias «la silla para San Pedro, cuya
cantidad se dio para que sirviese también a Cristo Predicador en la función que
hace la hermandad el Domingo de Ramos». Esta sede se conserva y en ella figura
retratado en algunas viejas fotografías; una de ellas se reproduce en esta
edición.
Como se ha apuntado,
la primitiva imagen del Señor fue remplazada en el siglo XVIII por la que ahora
existe. Su atribución al pintor y escultor José Rodríguez de la Oliva (La
Laguna, 1695-1777) se sustenta en la Guía histórica de La Laguna de Rodríguez
Moure, que cita la efigie como «obra de Oliva, el Moño»[20];
esta catalogación ha sido aceptada por quienes posteriormente la han estudiado[21].
Su cronología plantea dudas, aunque lo más probable es que se optara por
sustituirla durante los años centrales del siglo, cuando Andrés José Jayme
patrocinó diversas iniciativas que renovaron la vida y el patrimonio de la
cofradía; recordemos, por ejemplo, que en 1747 se reformó el retablo donde el
paso recibía culto. Los pies del Señor fueron tallados en 1886 por Nicolás
Perdigón Oramas, como él mismo dejó escrito en las rodillas[22],
y como recoge un inventario de dos años después que incluye «unos pies del
Señor que formó el escultor de La Orotava don Nicolás Perdigón, a quien se
enviaron con tal objeto los que tenía, y se hallaban perdidos»[23].
La primera imagen de la Magdalena probablemente subsistió, aunque deteriorada,
hasta comienzos del siglo XIX. En unas cuentas presentadas en marzo de 1809, el
mayordomo de la hermandad anotó diversos descargos por «una figura de la
Magdalena»[24],
cuya cronología valida su atribución al escultor Fernando Estévez de Salas[25].
Ahora procesiona cada Lunes Santo a los pies del Cristo del Amor
Misericordioso, del mismo autor.
Una revisión de la prensa local del siglo XX y del
material fotográfico relativo a la Semana Santa de La Laguna podría aclararnos
cuándo dejó de procesionar la efigie de la mujer arrepentida. En el programa de
cultos de 1964, por ejemplo, se incluye una fotografía del Señor en la calle,
sedente y solo en su trono. Pocos años después fue adaptado para presidir el
nuevo paso de la Entrada en Jerusalén por el imaginero Ezequiel de León, a
quien se deben las representaciones de la burrita (1977), el niño hebreo, San
Pedro y la Magdalena (1977) que acompañan y reciben triunfalmente al Salvador[26],
junto a una antigua talla reformada de San Andrés. Se introdujo así un episodio
que abre y enriquece el repertorio procesional de La Laguna. Pero a la vez, se
acabó de perder un paso singular y elocuente que anuncia y predica la Pasión de
Cristo.
[1] De ahí, quizá, el título de Cristo
Purificador citado por Moure para la imagen de La Laguna, aunque el que recogen
siempre los documentos es el de Cristo Predicador.
[2] Espinosa
de los Monteros y Moas [1983]; Gómez Luis-Ravelo [2002], p. 7.
[3]
Martínez de la Peña [1997], p. 80.
[4]
Rodríguez Morales/Amador Marrero [2009], p. 187.
[5]
Archivo Histórico Provincial de Santa Cruz de Tenerife [AHPT]: Sección
histórica de Protocolos notariales, 2.312 [escribanía de Juan del Hoyo], ff.
453r-456r, 2/7/1662. Documento localizado a partir de una referencia ofrecida
por Martínez de la Peña [1967], p. 479.
[6]
Mesa Martín [2008]; AHPT: Sección histórica de Protocolos notariales, 3.609
[escribanía de Andrés Hernández Pinto del Castillo], ff. 84r-86v.
[7]
Tarquis [1960], p. 67.
[8]
Jiménez Sánchez [1960a, b, c].
[9]
Rodríguez Morales [2000], p. 46
[10]
Cioranescu [1977-1979], t. II, p. 284.
[11]
Así me lo ha indicado amablemente el profesor José Roda Peña, de la Universidad
de Sevilla.
[12]
Archivo de la Catedral de Nuestra Señora de los Remedios, La Laguna [ACLL]:
Libro I de acuerdos de la Hermandad de Nuestra Señora del Carmen, ff. 49v-51r.
de Nuestra Señora del Carmen, ff. 49v-51r.
[13] Ibídem, ff. 98v-99v, 103r.
[14]
Diario y apuntes del regidor D. José Antonio de Anchieta y Alarcón [1705-1767],
registro 1.289. Agradezco esta referencia —y las citadas más abajo— a Daniel
García Pulido, que ultima la edición de estas interesantísimas noticias.
[15]
Archivo Histórico Diocesano de San Cristóbal de La Laguna [AHDLL]: fondo
histórico diocesano, legajo 1.315, documento 59.
[16]
AHDLL: fondo parroquial de Santo Domingo de Guzmán, La Laguna, Libro VIII de
entierros de la parroquia de Nuestra Señora de los Remedios, f. 28v.
[17]
ACLL: Libro de cuentas de la Cofradía de Nuestra Señora del Carmen comenzado en
1755, f. 6r.
[18]
18 Diario y apuntes del regidor D. José Antonio de Anchieta y Alarcón
[1705-1767], registro 841.
[19]
AHDLL: fondo histórico diocesano, documentación organizada por pueblos, caja 9,
documento3, ff. 17r-17v.
[20]
Rodríguez Moure [1935], p. 61
[21]
Padrón Acosta [1943], p. 23; Tarquis [1960], pp. 19-20; Hernández Perera
[1963], pp. 38-39; Fraga González [1983], p. 84; Calero Ruiz [1987], pp.
299-300; Rodríguez Morales [2000], p. 46.
[22]
Hernández Perera [1963], p. 39.
[23]
ACLL: Inventario formado por la camarera de la imagen de la Magdalena.
[24]
Jiménez Fuentes [1986], pp. 61-63.
[25]
Rodríguez Moure [1935], p. 61; Padrón Acosta [1943], p. 23; Tarquis [1960], p.
20; Tarquis [1978], p. 557; Fraga González [1983], p. 20; Rodríguez Morales
[2000], p. 46.
[26]
Guerra Cabrera [1987], pp. 248, 251-254.
TRANSFORMACION DEL PASO
Una novedad
destacable, por lo insólito del hecho, fue la transformación de la imagen del
muy antiguo y tradicional Cristo Predicador para adaptarlo a un nuevo paso que
saldría por primera vez en la Semana Santa de 1973: la Entrada de Jesús en Jerusalén.
Carlos Rodríguez
Morales, Historiador del Arte
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